En la última década, Uruguay ha destacado por convertirse en el país con mayor proporción de electricidad generada a partir de energía eólica en América Latina y uno de los principales a nivel mundial. Pero no llegó a esta preciada posición de la noche a la mañana, ni por obra de un milagro. Junto con Juan Manuel Mercant, socio de Guyer & Regules, intentaremos recorrer la trayectoria del país y también analizaremos las principales tendencias que estamos advirtiendo se vienen en los próximos años.
- Qué ventajas ofrece el sector energético uruguayo para inversionistas internacionales? ¿Qué es lo más atractivo del país en comparación con otros de la región?
Uruguay tiene una fuerte tradición de honrar sus obligaciones, incluso en momentos de gran dificultad. Eso ha generado un clima favorable que debe cuidarse mucho. Esa trayectoria, sumada a los beneficios fiscales que existen para toda inversión, ha hecho posible que inversionistas internacionales estén mirando hacia Uruguay para invertir a largo plazo. Lo más atractivo son el régimen legal y el régimen fiscal. Además, en especial en materia de energías renovables existe un amplio consenso político y social acerca de la necesidad y conveniencia de implementar inversiones y tenerlas listas para cuando se necesiten. Es el estatus ideal para captar inversiones.
- La mayoría de países en vías de desarrollo tienen como desafío y/o reto fortalecer el desarrollo sostenible a través de energías renovables. ¿Cómo describiría la coyuntura que ha permitido a Uruguay destacarse en este sentido no solo a nivel regional, sino también a nivel global?
En el año 2001 Uruguay tenía una situación energética muy complicada. Por un lado, tenía una altísima inversión en generación hidroeléctrica, que fue la principal fuente de generación históricamente y no era posible invertir más en esa fuente. A su vez, estaba expuesto al riesgo de subida de precios de petróleo. Tenía dificultades de conexión con Argentina y con Brasil, que estaban atravesando tiempos muy difíciles. En el período 2003-2004 se produce la peor combinación de todos esos factores: fueron años de poca lluvia y subió el precio del petróleo, pero casualmente en ese mismo 2003, Uruguay implementó el canje de su deuda y retomó la senda del crecimiento. Esos fueron, en mi opinión, los pilares fundamentales.
- En este mismo sentido, ¿qué relación hay entre el marco regulatorio y el rápido crecimiento del sistema eléctrico en Uruguay?; ¿diría que tiene que ver con la estabilidad política?
En una línea, el eje de lo que permitió ese desarrollo en renovables -sobre todo en energía eólica- es estabilidad política, grado inversor y contratos muy robustos bajo esquemas de financiación de proyectos. Pero junto con eso, porque la coyuntura también juega, fue una época de tasas de interés a nivel internacional bajas. En cuanto a lo regulatorio, hubo necesidad de introducir ajustes y dictar reglamentaciones rápidamente (plazos de los contratos de arrendamientos, beneficios fiscales, etc.). Uruguay lo concretó. Sin ninguna duda la estabilidad política en general y la de este sector en particular es muy valorada.
- ¿Cuáles fueron los objetivos del país en aquel momento en materia de energía?
Básicamente se apuntó en cuatro direcciones: desarrollo de energías renovables; introducción del gas natural; programas de eficiencia en el uso de la energía; infraestructura energética (líneas de alta tensión y distribución).
- De todo lo anterior, ¿qué se cumplió y qué falta por cumplir?
Fundamentalmente se cumplió con lo relacionado a las energías renovables, programas de eficiencia y algo de infraestructura energética.
La introducción de gas natural aún sigue siendo importante para el país. Ya hay una importante infraestructura del gasoducto que conecta con Argentina y deberíamos aprovecharla más. Muy importante seguir invirtiendo en infraestructura de la red, como se está haciendo.
- Los anteriores eran desafíos ya en el 2008 pero ahora, hay nuevos desafíos, ¿cuáles son en tu opinión?
Varios, ya estamos advirtiendo que en energía vienen cambios muy radicales y disruptivos.
Además de que Uruguay debe profundizar en el desarrollo de energía de fuente solar (lo cual ya fue anunciado), que es un gran complemento a lo que tenemos, tenemos que pensar en términos de la próxima década.
Por ejemplo, muy posiblemente todo el transporte mudará rápidamente a ser eléctrico, al consumo tipo car sharing, al uso de coches autónomos, etc. Eso solo, que será más temprano que tarde supone cambios radicales en varios temas, el uso de combustibles decae pero los que se usan deben ser mejor refinados.
Por otra parte la autogeneración, desintermediación, incluso la posibilidad de almacenaje con las propias baterías en los hogares generará un mercado minorista entre pares. Esto provoca, además de enormes desafíos regulatorios, que la red pase a ser más que una infraestructura para trasmitir la energía en la forma de asegurar el suministro de generación ajena. Quien tenga esa infraestructura, UTE en nuestro país, tendrá que repensar su rol a esta nueva realidad. Sera un monopolista que deberá permitir acceso a cualquier que quiera usarla a precios de mercado.
- Son claramente desafíos muy importantes, ¿ qué cambios avizora?
En cualquiera de los temas mencionado se planteará la imperiosa necesidad de repensar el rol de las empresas públicas y en particular su gobernanza. Muy particularmente su separación clara de roles. No pueden ser players de mercado y pretender ser el regulador al mismo tiempo. No pueden afectar la competencia en uso de poderes monopólicos. En esto hay enormes desafíos.
- Y si apareciera petróleo, ¿qué haría el país?
Hasta ahora no hay novedades relevantes. Creo que, efectivamente, el país debería seguir en ese camino que empezó hace ya unos años ya que los procesos de exploración son de largo plazo. En esto importa mucho más la dirección que la velocidad. Sin embargo, si ello ocurriera, aparecen preguntas no menores ¿qué debemos esperar del escenario a nivel institucional?; ¿cómo vamos a gestionar la producción y sus resultados, será un política de estado?
Yo desearía que así fuera.
Me gustaría incluso que ese análisis y ese ejercicio de ir imaginando un marco conceptual se den ya, ahora. Lo ideal es ir haciéndolo ahora que no hay un hallazgo concreto o comercializable. Luego es mucho más difícil. Hace un par de años Guyer & Regules invitó a Farouk Al-Kasim, el ideólogo del modelo noruego, para que aportara algunas ideas. Tuvo reuniones con autoridades y con actores políticos y empresariales. En aquel momento una de las ideas que tuvo empuje, fue la creación de una agencia nacional de hidrocarburos que fuera el regulador y de ese modo los roles entre el regulador y el player (ANCAP) quedaran bien separados. Me parece que ese es otro desafío, ir pensando el marco institucional.
- Todo lo anterior nos lleva a preguntarle, ¿qué hemos aprendido de todo esto que pudiera ser ahora relevante para el desarrollo de infraestructuras, tan necesarias en el país?
- Unidad de Decisión. Fue lo que brindó la UTE en coordinación con el Ministerio de Industria, en el caso de las energías renovables. El proyecto en su totalidad tenía un responsable de asegurarse que los plazos se cumplieran y de ir solucionando los problemas a medida en que se iban presentando. Acá falta una persona al más alto nivel, con línea directa con Presidencia quizá, que sea el gran coordinador de la Infraestructura y pueda tomar nota de los problemas, intentar solucionarlos, recurrir al resto de los actores cuando haga falta, etc. Incluso podría ser la OPP quien lo coordinara.
- Rapidez. El análisis previo y las etapas de la ley de PPP lo hacen un proceso lento y engorroso. Desde que una PPP es adjudicada hasta la firma del contrato, no pasan menos de 12 a 18 meses. Es decir que las variables que se tuvieron en cuenta para ofertar ya pueden no ser las mismas (tipo de cabio, disponibilidad del capital, condiciones de mercado, etc.) en el momento de firmar el contrato. Esto hay que entenderlo e incorporarlo: o nos movemos rápido o perdemos los recursos. Hay que comprender que no se puede perder tiempo. En lugar de lamentarse por la variación de ciertas condiciones, hay que apurarse para aprovechar siempre las mejores condiciones posibles.
- Flexibilidad. No ha existido la flexibilidad necesaria (como en el caso de las energías renovables) para introducir ajustes y mejoras que hicieran más atractivos los proyectos, para jugadores de primera línea tanto local como internacional. Obtener el financiamiento externo es crítico. Si los Proyectos no son financiables bajo esquemas de Project Finance es un problema.
- Planificar en grande. Padecemos el complejo de que un país chico debe proponer proyectos chicos. A mayor dimensión de los proyectos, mayor será el interés que despertarán en los operadores internacionales de primera línea. El criterio que se está siguiendo es hacer obras modestas para asegurarse que todas se concretarán (salvo el caso del Ferrocarril Central). Ahora bien, no habiendo ocurrido esto y teniendo en cuenta que tienen costos de estructuración altos, quizá será prudente agrupar a los más urgentes y necesarios ya, y en vez de hacer tramos pequeños de carreteras por separado juntar varios y lograr un volumen más interesante. Nos ha pasado que en el mundo nos preguntan el tamaño de los proyectos y cuando explicamos las condiciones advertimos un desinterés de los grandes jugadores. Eso seguramente hará el proyecto más atractivo para jugadores de primera línea.
- Consenso Político y Social. Como lo indicamos, el nivel de apoyo de todos los actores relevantes (gobierno, oposición, actores sociales y sindicales) es muy importante.
- Riesgos del país. Entre muchos ejemplos, me detendré en uno que ha sido analizado en los procesos de PPP. El riesgo construcción se mira cada vez con más preocupación, en particular respecto a los plazos. Hace poco salió el dato de que en Uruguay, al menos durante un día a la semana, no se genera producción por paralizaciones, ausentismo o mal tiempo. Todo eso es cuantificado por el inversor y lo tiene en cuenta a la hora de presupuestar las obras.
Todo lo anterior nos ha provocado y provocara, desafíos a nosotros como firma.
Para nosotros, antes y ahora, el principal desafío es estar siempre preparados para dar a nuestros clientes un servicio innovador y adaptado a la realidad de Uruguay.
Cuando aparecieron todas estas operaciones eólicas, fue una gran ventaja contar con profesionales que habían trabajado en el exterior, que supieran lo que era un esquema de project finance y que conocieran las características que hay que cuidar. Esa es una manera de estar listos, prontos para lo que vendrá.
Para nosotros, que lideramos esas operaciones aquí en Uruguay, todo lo que he explicado nos ayudó a ir entrenándonos. Hoy tenemos un grupo que no solamente trabaja en energía, sino que también incluye infraestructura. Al final toda esa técnica de diseñar los proyectos y de hacerlos financiables – tanto cuando participamos en el sponsor, como cuando participamos con los bancos - es fundamental.
Lo que sí hemos visto es que los grupos de energía se tienen que complementar mucho con temas regulatorios, puros y duros. Ahí estamos reforzando mucho el equipo.
Citas
(*) Socio de Guyer & Regules. Miembro del Colegio de Abogados del Uruguay y de la International Bar Association (IBA). Ha desarrollado sus actividades en el Grupo de Práctica Corporativo y Bancario y en el Grupo de Práctica de Energía y Recursos Naturales. Es profesor de posgrado en la Universidad Católica del Uruguay en el curso “Proyectos de Energías Renovables”.
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