La causa que comenzó en 2009 con una denuncia realizada el 30 de octubre, involucraba a un joven de 21 años que fue acusado de abusar a una menor.
La Sala VII de la Cámara del Crimen decidió sobreseer al adolescente debido a que se probó que ambos jóvenes mantenían una relación sentimental y la niña de 13 años poseía cierto grado de madurez sexual.
Los jueces Mauro Divito y Rodolfo Pociello Argerich sostuvieron que no hubo un aprovechamiento sexual en el accionar. Además, afirmaron que al momento del hecho, la menor no era inmadura sexualmente ya que admitió conocimiento en torno de la práctica que realizó.
La denuncia se produjo cuando la niña volvió a su casa un día después y la madre supo que su hija mantenía una relación sentimental con el joven en cuestión. También, se descubrió que habían tenido un intercambio de aproximadamente 200 mensajes de texto con tono erótico.
El juez Divito afirmó que "para que se configure ese delito la víctima debe carecer de experiencia sexual. La inmadurez o inexperiencia sobre la materia es lo que vicia el consentimiento otorgado por aquélla, en el entendimiento de que no ha podido comprender la significación última del acto".
Por último, concluyó en lo siguiente: "Es posible concluir que el contacto sexual investigado se dio en un contexto de noviazgo en el que la menor contaba con cierta madurez sexual y no se vio forzada".
Por otra parte, el juez Juan Cicciario votó de forma disidente y consideró que "las propias condiciones psicológicas de la menor llevan a concluir en que se verifica la seducción -real, ello es, no presumida- que, como instrumento, desplegó el imputado para conseguir las conductas sexuales referenciadas, respecto de una niña cuya inmadurez sexual ha sido acreditada".
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