Legaltech: reflexiones sobre una nueva era
Por Patricio T. Murphy
Berton Moreno IP Law

Hace unos días, en contexto de eliminar viejos archivos de mi PC, me topé con una reflexión propia redactada en el 2018. La misma abordaba el impacto de la innovación en la rama de los servicios legales y era resultado de una apreciación personal sobre la interacción profesional-cliente, cada vez más dinámica; la adopción de nuevos modelos de trabajo, progresivamente automatizados; y las aptitudes más versátiles que, implícitamente, exigía el mercado a los/as abogados/as. A partir de dicho diagnóstico, surgieron motivaciones alternativas para la adopción de nuevas tecnologías en nuestra profesión que excedían a una simple visión evolucionista -más pasiva que proactiva- en contexto de la denominada Cuarta Revolución Industrial. Estos fundamentos adicionales revelaban aspectos económicos e, incluso, atinentes al crecimiento personal. A continuación, les comparto dichas líneas:

 

En la actualidad, el rasgo diferenciador que hace más competitivas a las organizaciones con fines de lucro (sea cual fuere su actividad) radica en el grado de innovación aplicado a sus procesos de trabajo. Este factor constituye un elemento esencial que se ubica a la par de la calidad de los recursos humanos y el prestigio de la marca que las distingue.

 

En relación a las empresas que como profesionales del derecho asistimos, los nuevos tiempos les exigen respuestas cada vez más ágiles para sobrevivir en la rama donde se desenvuelven, lo cual requiere una especial consideración de las herramientas que brindan las últimas tecnologías y, asimismo, una gran dosis de ductilidad ante escenarios inesperados. Al respecto, un estudio de McKinsey (2015) encontró que la vida promedio de las compañías listadas en el índice Standard & Poor’s 500 era de 61 años en 1958, 25 años en 1980, y 18 años en 2011, señalando que la digitalización ejercía una presión sin precedentes sobre las organizaciones, obligándolas a evolucionar. Si bien esta concepción darwiniana aplicada al mercado no es nada novedosa, el actual contexto se caracteriza por una menor expectativa de vida de sus actores.

 

Este escenario de supervivencia condiciona, a su vez, a las firmas legales que acompañan a las empresas en tal desafío, las cuales deben aggiornar su infraestructura y performance a las necesidades de sus asistidos, y a fin de no entorpecer sus tiempos y objetivos. Así, si bien en el mercado de servicios jurídicos existen firmas muy prestigiosas con profesionales destacados, el “plus” actual reside en su capacidad para agilizar sus procesos y flujos de trabajo, todo ello, sobre una base innovadora.

 

En suma, se trata de una cuestión de sinergia y dinamismo. Las empresas (nuestros asistidos) que respondan más rápido a los requerimientos que les impone el mercado, resultarán más resilientes a nuevos contextos. Ahora bien, ello implica que su ‘tecnoestructura’, es decir, los analistas que sirven a dicha organización pero que se encuentran por fuera de la corriente de trabajo operacional (firmas legales, asesores contables, consultores en publicidad, etc.) estén a la altura de las circunstancias y sean igual de ágiles y disruptivos, en particular, en lo que refiere a la adopción de tecnologías a su interior. En el caso de las firmas legales, esto se materializaría a través de la adopción de sistemas para automatización de ciertos procesos; uso de cloud computing; empleo de Inteligencia Artificial y machine learning para rastrear patrones, tendencias y generar predicciones; uso de firma digital; capacitación al personal en relación a dichas innovaciones; entre otras soluciones.

 

La innovación es y será cada vez más un elemento crucial para el posicionamiento de las firmas legales y su mayor o menor impacto en el campo en el que se desenvuelven. Desde ya, y a fin de matizar este diagnóstico, el tipo de infraestructura requerida atenderá a la realidad de cada proveedor de servicios: cantidad de personal y clientes, características y cultura organizacional de sus asesorados, etc., no siendo homogénea en todos los casos.

 

Siguiendo el anterior diagnóstico, y según términos de Mintzberg (1983), podríamos aseverar que las firmas de servicios legales están pasando de ser una ‘burocracia profesional’ (‘burocracia’ lejos del sentido peyorativo que le suelen dar los/as argentinos/as) a una ‘burocracia mecánica’, combinando destrezas profesionales y procesos organizacionales innovadores. En concreto, se trata de un nuevo paradigma en donde el factor humano, irremplazable por su capacidad de empatía y creatividad -entre otras características-, es potenciado por las herramientas que brindan las nuevas tecnologías.

 

Desde el punto de vista del/la abogado/a individual, el contexto actual exige que, a más de la expertise en una rama del derecho en particular, posea competencias para saber manipular, interpretar y aplicar las herramientas innovadoras de la estructura que forma parte, como así también conocer en detalle aquellas incorporadas por las organizaciones externas con las que se desenvuelve (Ej: plataformas de la Justicia y la Administración, CRMs de clientes, entre otros). Este panorama se comprueba en los programas actuales de la carrera de Abogacía en varias universidades, los cuales involucran contenidos relacionados con el impacto de las últimas tecnologías en la profesión.

 

Ahora bien, es importante diferenciar el/la abogado/a que se especializa netamente en las recientes ramas originadas a causa de la evolución de las tecnologías (IA, e-commerce, regulación de criptomonedas, entre otras), de aquellos/as que deben contar con las destrezas para acompañar, individualmente, todo proceso de innovación cotidiano –sea interno o externo-, debiendo encontrarse esta última característica en todo/a profesional sea cual fuere su posición o especialidad.

 

Como señala Schwab (2016), fundador del Foro Económico Mundial, el rasgo central de la denominada “Cuarta Revolución Industrial” es el surgimiento de innovaciones que fusionan los mundos físicos, digitales y hasta biológicos, impactando así en diversas disciplinas. Ello así, se trata de un fenómeno no solo presente a nivel macro, reducido a lo que pueda surgir en Silicon Valley o Shenzhen y del cual debamos ser meros espectadores, sino que también, como profesionales del derecho, nos golpea la puerta, nos envuelve, y nos presenta nuevas dimensiones para desplegar aún más nuestro potencial.

 

El hecho de dar con la anterior reflexión me llevó a considerar el impacto de la pandemia (aún vigente) en nuestra profesión. Desde su inicio, muchas de las organizaciones a las que asistimos no han tenido más opción que replantear y reconfigurar rápidamente sus modelos de negocio a una realidad signada por el distanciamiento masivo y nuevas necesidades de los consumidores. Así, la crisis sanitaria provocó la aceleración de un proceso que ya estaba en curso: la virtualización de las relaciones sociales y económicas (CEPAL, 2020). En nuestro país, estos cambios se observan a partir del Índice de Intensidad Digital, presentado recientemente por la Cámara Argentina de Comercio, del cual surge que: el 63% de las firmas consultadas disponen de un sitio web de ventas propio, el 33% efectúa ventas online a través de marketplaces, el 33% adquirió servicios de computación en la nube, con usos que se vinculan esencialmente con el almacenamiento de datos (51%), emailing (40%), base de datos de la empresa en la nube (32%), paquete de oficina (31%) y ciberseguridad (30%). Asimismo, el 12% indicó analizar o explotar big data internamente desde cualquier fuente de datos. Entre los usos de la IA, se destacan: marketing y ventas (49%), procesos de producción (27%), administración (23%) y logística (21%) (Telam, 2021). En concreto, al momento de la encuesta, más de un tercio de las empresas se encontraban altamente comprometidas con la dimensión digital.

 

Por su parte, el reporte Global Ecommerce Forecast 2021, elaborado por Inside Intelligence, señaló que Argentina se encuentra entre los cinco mercados a nivel mundial con mayor potencial de crecimiento en lo que refiere a comercio electrónico, solo después de India, Rusia y Brasil. El estudio indica que nuestro país presentará un incremento del 26% en ventas por comercio electrónico durante el año en curso (von Abrams, K, 2021).

 

Para los/as profesionales del derecho, el reto presentado desde marzo de 2020 ha sido doble: no solo consistió –como si fuera poco- en acompañar a muchos de nuestros asistidos en el objetivo de iniciar o acelerar su incursión en la dimensión virtual, sino que, al propio interior (como profesionales autónomos u organizaciones), tuvimos que amoldarnos a mayores interacciones a distancia y al uso cada vez más frecuente de tecnologías aplicadas al trabajo. Esta experiencia nos llevó, como un gran terapeuta, a romper con nuestros miedos y modelos estancos que no nos permitían visualizar y descubrir capacidades, tanto organizacionales como personales, hasta entonces veladas.

 

A casi dos años de declarada la emergencia mundial, y ante un mercado de servicios legales cada vez más fragmentado y por demás exigente, reconfirmo como valor primordial la ágil adaptación a los escenarios cambiantes y la consideración de la tecnología como herramienta canalizadora. Ello no solo supone una responsabilidad frente a quienes nos confían sus más delicados asuntos, sino también una oportunidad para una mayor resiliencia y crecimiento personal que no debemos dejar pasar.

 

Referencias:

 

Driek Desmet, Ewan Duncan, Jay Scanlan, and Marc Singer (2015), “Six building blocks for creating a high-performing digital Enterprise”, McKinsey & Company. Disponible en:

 

https://www.mckinsey.com/business-functions/organization/our-insights/six-building-blocks-for-creating-a-high-performing-digital-enterprise

 

Mintzberg, H. (1983). Structure in fives: Designing effective organizations, Prentice-Hall.

 

CEPAL (2020). Informe Especial COVID-19 No. 1: América Latina y el Caribe ante la pandemia del COVID-19. Efectos económicos y sociales. Disponible en:

 

https://repositorio.cepal.org/bitstream/handle/11362/45337/4/S2000264_es.pdf

 

Schwab, K (2016). The Fourth Industrial Revolution. Geneva: World Economic Forum.

 

Télam (7 de septiembre de 2021), “Más del 60% de los comercios dispone de un sitio web de ventas propio según la CAC”. Disponible en:

 

https://www.telam.com.ar/notas/202109/567756-comercio-electronico-ventas-online-informe-camara-argentina-de-comercio.html#:~:text=Un%2063%25%20de%20los%20comercios,Argentina%20de%20Comercio%20(CAC).

 

Von Abrams, K. “Global Ecommerce Forecast 2021”, Insider Intelligence, julio de 2021. Disponible en:

 

https://www.emarketer.com/content/global-ecommerce-forecast-2021

 

 

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