Las sucesivas crisis a las que fue expuesta la empresa bancaria dejaron importantes enseñanzas y sirvieron para comprender y ratificar los fundamentos de una empresa que evoluciona y se justifica en tanto sea regulada adecuadamente y cumpla una función social. La renovación sustancial de sus operaciones, las nuevas plataformas digitales de compra y venta de productos y servicios que ya ofrecen directamente crédito a sus usuarios y la necesidad de su mejor regulación producirá un nuevo derecho bancario.
Es sumamente ilustrativo el análisis de la crisis desencadenada hace 10 años atrás para comprender las dificultades de la operatoria y las posibles soluciones a los problemas e imprevistos que permanentemente se presentan.
Nunca hubo nada similar a lo que sucedió el 15.09.08 con la quiebra del Banco Lehman Brothers, que operaba desde hacía 158 años. En esa fecha luego de permitir la quiebra de la entidad de origen alemán, el secretario del Tesoro norteamericano Henry Paulson descartó que el Estado fuera a intervenir, negando premisas de la economía del crédito desatando el pánico y cometiendo el mismo error que agravó y prolongó la crisis de 1930. Se frenó el crédito en el mundo, el de bancos para empresas, para personas, el de inversores hacia los bancos y entre los bancos, en una crisis de confianza en el sistema.
Los acontecimientos se precipitaron de manera vertiginosa. Hasta ese momento persistían las dudas sobre el alcance real de la crisis de las hipotecas subprime, que había estallado ya hacía un año atrás.
La repentina parálisis del sistema se convirtió rápidamente, por la informática y la globalización, en una crisis económica mundial de la cual ninguna región quedó a salvo y cuyo alcance nadie pudo predecir.
En las crisis financieras prevalece la "mentalidad de la manada". Cuando el peligro parece inminente, las personas dejan de lado su propia lógica y empiezan a mirar lo que están haciendo los demás. La "mentalidad de manada" reina durante una crisis financiera porque las personas prefieren seguir a la multitud cuando las épocas son inciertas. Los estudios conductuales y del cerebro muestran claramente que cuando la información escasea y el peligro parece inminente, las personas suelen dejar de escuchar su propia lógica y empiezan a mirar lo que están haciendo los otros.
El paradigma de los mercados autorregulados que se corrigen por si solos ha fallado. Hace falta supervisión y regulación para prevenir que se desarrollen activos burbujas.
Es necesario que el sector privado capitalice. Pero por el momento los gobiernos son la mayor fuente de crédito y tienen un rol fundamental.
La crisis obligó a los grandes bancos a incrementar su solvencia. Las entidades más afectadas por las hipotecas subprime fueron las que más han tenido que mejorar sus ratios de capital para tranquilizar a inversores y accionistas
Para muchos analistas, en esos días tan complicados, se imponía el modelo chino de socialismo financiero y capitalismo productivo. Es increíble y muy complicado de aceptar.
Según la consultora que dirige Carlos Melconian, “el mercado estaba frente a algo diferente a “todo lo conocido”, sobre la hecatombe en los mercados de acciones le adicionaron al diagnóstico anterior otro concepto, el de velocidad”.
Por la crisis y en medio de fuertes versiones Citigroup había decidido dejar a los clientes de ingresos medios y focalizarse sólo en los VIP. El 6 de abril de 1998 cuando Sandy Weill y John Reed entraron al Waldorf Astoria para anunciar la fusión de sus entidades su acuerdo ya había entrado a los anales de la historia empresarial. La fusión entre Travelers, dirigida por Weill, y Citicorp, encabezada por Reed, valuada en u$s 83 mil millones, era descrita como el negocio del siglo. Así lo anunció el Diario Financiero de Chile en referencia a los inicios de la historia del Citigroup. En ese artículo, destacó que "una década después, el sueño de un conglomerado financiero global multipropósito, capaz de vender seguros a las dueñas de casa en Nueva Jersey y acciones a los inversionistas tailandeses yace en pedazos" y explicó que esto sucede en un escenario donde se encuentra "debilitado por años de luchas internas, pobre gestión, estrategias mal dirigidas y una regulación laxa de los reguladores y su directorio" donde Citi recibió "un golpe casi mortal por la crisis financiera más virulenta en generaciones".
Se pierde la generación de riqueza. Hoy el gobierno de EE.UU. es el que distribuye la riqueza global. Según el analista Jorge Castro, “la principal potencia mundial recibe el 75% del flujo de capitales que circula por el mundo”. Recibe ese dinero porque, a pesar de ser la cuna de las crisis financieras, es considerado un buen pagador. A su vez, se lo entrega a los bancos e importantes firmas. Todos los inversores que buscan refugiar su capital comprando bonos del Tesoro americano son los que terminan financiando el descalabro.
El 40% de las empresas multinacionales prevén desinvertir en las áreas de negocio no rentables, con el objetivo de generar liquidez y ahorrar costos para afrontar crisis económicas, según el estudio "Oportunidades en la adversidad', elaborado por Ernst & Young en colaboración con The Economist Intelligence Unit.
Más del 80% de los encuestados realizó un análisis de reducción de costos, cerca de dos terceras partes optó por un plan de reducción de personal y más de la mitad racionalizaron sus gastos en tecnología. Para el financiamiento bancario China es el principal proveedor de los EE.UU. El gigante asiático superó en septiembre a Japón como tenedor de bonos y otros contratos de renta fija del Tesoro americano.
En Argentina los bancos de capital nacional y extranjero prácticamente paralizaron la financiación al sector privado, prefieren prestar poco y mantener la liquidez para hacer frente a la salida de depósitos. Sólo financian el capital de trabajo de las empresas clientes a corto plazo. Los bancos públicos podrán ser una herramienta para otorgar préstamos pero no van a poder abarcar a todo el mercado crediticio.
Los bancos estatales cuentan con mejor fondeo que los privados porque tienen los depósitos del sector público y pueden dar crédito en posiciones más ventajosas aunque con las tasas actuales también se les hace difícil. Si se normalizan las expectativas y una mejor continuidad de depósitos podrá mejorar la política de créditos de los bancos. No extrañaría que un banco privado quiera desligarse de sus negocios en el país. El negocio de prestar ha sido acotado y están obligados a invertir en títulos públicos. Dejarán pasar el temporal y no tomarán medidas importantes de fusiones y adquisiciones. Tampoco hay interés de capitales extranjeros en aumentar su participación en la banca local a través de la compra de alguna entidad. La banca pública tendrá mayor protagonismo. El sector privado deberá redefinirse para adaptarse a las nuevas reglas de juego de tasas y de créditos.
Los créditos hipotecarios a tasa variable son un producto discontinuado en las entidades. Quienes lo tomaron deben pagar tasas muchísimo más altas que hace un año. Los bancos estudian refinanciar tasas por temor a que crezca la mora.
Las entidades financieras están hoy vacías de productos a largo plazo aunque los sigan publicando en sus carteleras.
Esto sucede con todas las entidades financieras cuando ningún salario ha crecido en este tiempo a este nivel. Por otra parte, si se reanalizaran las relaciones técnicas para acceder al préstamo hoy en día, ninguno de los deudores cumpliría con estas pautas fijadas por BCRA.
Las crisis financieras existieron desde la antigüedad. Los ciclos económicos se pueden contabilizar en Inglaterra al menos desde 1257 y en España en 1557. En el siglo XVII la burbuja especulativa de los tulipanes en 1634 en Holanda y la crisis bursátil de 1720 conocida como crisis de la compañía del mar del sur en Inglaterra, precedió a las agudas crisis en el continente europeo que incluyeron hambrunas como en 1788-89, que incentivaron la Revolución Francesa. Y las crisis de fines del siglo XIX dieron lugar a la fusión del capital bancario e industrial, el capital financiero.
Crisis periódicas de superproducción industrial hubo desde principios del siglo XIX hasta llegar a la de 1929-33, que por su envergadura se transformó en depresión y condujo a la guerra internacional de 1939-45 para luego volver a la periodicidad cíclica de las crisis habituales del capitalismo: 1975-76; 1980-82; 1987; 1993; 1997; 2001-2002. Pero nunca como ahora coincidieron en un solo momento como en una sola crisis los siguientes factores: crisis climática, producto de la tecnología y el calentamiento global; crisis alimenticia, producto de la crisis climática y caída de la inversión en el agro, el uso irracional de la tierra y la especulación; crisis inmobiliaria, en varios países simultáneamente; crisis energética, en que por primera vez la demandada de petróleo llegó a superar la oferta; crisis de superproducción industrial, comenzando por la rama automotriz; inéditas por su extensión y profundidad.
Es una crisis de superproducción de capitales y de mercaderías que declina como consecuencia de la creciente tecnificación del proceso productivo, la mecanización, la automatización y robotización, que disminuye el peso de la mano de obra en relación a la maquinaria. La conquista de nuevos mercados como Rusia, China y Europa del este que permitieron obtener materias primas y mano de obra abundante y barata y un nuevo mercado para colocar los productos, la revolución informática ha operado como reductora de costos, permitido aumentos de productividad y el mundo por primera vez tiene una sociedad más urbana que rural.
Los errores sobre el mercado consisten en pensar que tiende al equilibrio y que las desviaciones del equilibrio son aleatorias. Por esa razón se ha permitido que los mercados tengan mucha más libertad de lo debido. Lo que está muriendo es una manera concreta de organización global basada en el dominio del dólar.
El mundo está muy interconectado pero los estados soberanos que lo conforman necesitan liderazgo, si Estados Unidos proporciona el liderazgo adecuado podrá recuperar su preeminencia pero ha cometido un gran error político con el fundamentalismo de mercado, que ya se está empezando asumir, con lo que podrá ser capaz de corregirlo.
El crédito fácil es uno de los problemas, magnificado por técnicas financieras novedosas, en particular las plataformas digitales de compra de activos con dinero prestado y sentarse a ver como el apalancamiento produce su magia aritmética.
Según el FMI la deuda pública de los diez principales países continuara en ascenso. Desde la segunda guerra mundial no había tantos gobiernos solicitando préstamos por tanta cantidad de dinero y tan comprometidos económicamente de manera colectiva. A diferencia del surgimiento de la deuda a causa de la guerra la deuda actual no será temporal porque después de concluida la recesión continuará ascendiendo por los costos de las jubilaciones, pensiones y servicios de salud. Este costo demográfico está estimado en diez veces el costo fiscal de la crisis financiera.
La desaceleración prolongada de la economía es la que ocasiona el mayor perjuicio a las finanzas públicas. El requerimiento gubernamental de fondos excluirá a la inversión privada y reducirá el crecimiento económico induciendo a los gobiernos a caer en default o reducir el costo de su deuda por medio de la inflación.
Si las tasas de interés aumentan demasiado la recuperación económica podría no sobrevivir. La adquisición de deuda gubernamental podría requerir que la rentabilidad debe incrementarse en lugar de disminuir. Pero un ataque de austeridad fiscal sería peor. La experiencia de Japón en 1997 que llevó a la economía a diez años de recesión es un recordatorio de que el ajuste fiscal es contraproducente. La reforma impositiva será especialmente necesaria.
Alimentos y energía son los mayores requerimientos mundiales, especialmente en estos momentos.
Los préstamos incobrables se aceleran rápidamente en nuestro país y la mayoría de los analistas espera que esa cifra se incremente en la medida que se agudice la recesión y más gente pierda su empleo.
Los derivados financieros constituyen una herramienta extraordinaria y sin precedentes que sólo requiere conocerla adecuadamente por las autoridades regulatorias.
Las operaciones de la actualidad son de una sofisticación tal que la organización del sistema bancario vigente, no previó ni soñó con su existencia y por lo tanto no cuenta con los mecanismos necesarios para su control.
El alerta temprano de la autoridad de contralor debe estar a la altura de la complejidad de las operaciones que monitorea y tener una capacidad de reacción acorde con la responsabilidad que le compete.
Una autoridad de aplicación en el orden internacional resulta imprescindible y el Comité de Basilea es quien ha demostrado tener la capacidad para llevar a cabo dicha regulación.
La unificación de las normas contables internaciones debe concluirse a la brevedad así como la modificación de sus reglas cuando sus estados no permitan la transparencia necesaria para reflejar la realidad económica en forma evidente.
La solución tardía a los problemas que siempre existirán es inadmisible y debe ser más imaginativa que privatizar las ganancias y socializar las pérdidas.
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