“Creo que los Bancos son Parte de la Solución más que del Problema de la Economía Argentina”

Por dónde pasa el negocio de las entidades financieras en la actualidad. Qué condiciones deben darse para que haya créditos hipotecarios, en una entrevista concedida a Abogados.com.ar, Serrano Redonnet, da las respuestas

 

Pasó bastante agua bajo el puente, desde la crisis del 2001 cuando se cuestionaba cómo iban a continuar las finanzas en la Argentina.

 

A pesar de muchos pronósticos que preveían lo contrario se logró recuperar la confianza del inversor y consumidor financiero en los bancos, hubo un fortalecimiento de este sector en el país, las entidades se volcaron al negocio minorista y a la financiación del consumo.

 

Nadie puede pensar que una economía puede crecer y desarrollarse sin un sistema financiero y los bancos hicieron un esfuerzo importante y deben continuar en ese camino.

“El Estado también debe ayudar a bancarizar la economía, ya que esto brinda más transparencia, hace que se paguen impuestos, etcétera, creo que los bancos son parte de la solución más que del problema de la economía argentina”.

 

Acerca de cómo se encuentra este mercado y qué condiciones se deben dar para que haya créditos hipotecarios, entre otros, se refirió Diego SerranoRedonnet, socio de Perez Alati, Grondona, Benites, Arntsen & Martinez de Hoz (h) (PAGBAM) –especialista en derecho bancario y financiero-en una entrevista concedida a Abogados.com.ar.

 

-¿Cuál es la realidad de los bancos en la actualidad?

 

-Los bancos en la Argentina están en buena situación, tras superar la crisis que afectó a todo el sistema financiero con la salida de la convertibilidad en el año 2002. A lo largo de estos 10 años los bancos se han recuperado mucho.

 

Tienen solvencia y solidez patrimonial y fueron partícipes en el crecimiento que tuvo la Argentina por lo menos hasta comienzos de este año, financiaron mucho el consumo y la ampliación de la capacidad de demanda. Los bancos tienen liquidez, mejoraron mucho sus servicios en lo transaccional y tecnológico, la verdad que en la Argentina no sólo recuperaron su imagen sino que es un tipo de negocio que anduvo bien desde el punto de vista de la rentabilidad.

 

El Banco Central exigió cada vez  mayor capacidad de respaldo patrimonial y de liquidez y se pudieron adecuar a esa situación, también redujeron el riesgo público –la tenencia de títulos públicos en cartera-, si uno ve los balances de los bancos ahora y los del 2001 se puede observar un cambio notable en este aspecto. Creo que si se compara el sistema bancario en la Argentina con lo que se ve en países europeos, nadie pone en duda su solidez y capacidad de respuesta, en los últimos años, por ejemplo,  no recibieron ningún tipo de asistencia del Estado, ya eso es algo muy positivo.

 

-¿Por dónde pasa el negocio?

 

-En la actualidad y en los últimos años pasa por la financiación al consumo, tarjetas de crédito, préstamos personales. No es financiación de largo plazo, y creo que obviamente los altos índices y la gran capacidad de consumo que ha habido se debe, en gran medida, a que los bancos han volcado su capacidad prestable al consumo.

 

Hay algunos hechos que no han sido favorables para la actividad de los bancos. Uno, que es muy significativo, es que al incrementarse las restricciones en el mercado cambiario eso provocó naturalmente que los depositantes que tenían dólares en los bancos los han ido sacando de noviembre a la fecha y eso originó una sangría importante en la cantidad de depósitos en dólares que fueron disminuyendo. Por normativa del BCRA solo se podían prestar a exportadores como prefinanciación de exportaciones, permitiendo acceder a los exportadores podían acceder  a tasas competitivas localmente. Hoy ese mercado se ha cerrado porque hay cada vez hay mayor disminución de stock de dólares depositados en los bancos locales.

 

Mientras se mantenga el nivel de restricciones cambiarias que existe hoy en día parece difícil que los depositantes dejen sus dólares en el banco sino que lo más probable es que se los lleven, ese es un área de financiamiento que los bancos fueron perdiendo, los llamados argendólares han ido en disminución y creo que es difícil que ese mercado se recupere salvo que se modifique el marco regulatorio cambiario.

 

También es verdad que el mercado argentino tiene problemas para prestar a largo plazo como serían los préstamos hipotecarios, es muy difícil hacerlo si no hay algún tipo de indexación, cláusula de ajuste o tasa de interés que en el largo plazo pueda servir como parámetro. Cuando explotó el mercado hipotecario en la Argentina se hacía en dólares y hoy ya no es posible que los bancos tengan para prestar ni que la gente tome créditos en esa moneda.

 

El crédito hipotecario lo ofrecen algunos bancos públicos, pero para los privados es un mercado que no está demasiado activo.

 

Lo que sí esta activo es el mercado corporativo, pero lo que se escucha de los bancos es que no hay gran demanda de crédito, hay algo de demanda para capital de trabajo pero las empresas pequeñas y medianas –incluso las grandes- no demandan créditos para inversión. El fuerte sobre el cual se ha volcado el crédito bancario ha sido en la financiación del consumo, eso es lo que la clientela solicitaba y lo que ha sido estimulado por el marco macroeconómico y lo que ha motorizado el consumo; ahora bien,  en la medida que el consumo caiga es posible que pueda caer la financiación al consumo.

 

-¿Hay problemas relacionados con reclamos colectivos de consumidores?

 

- Hubo un incremento en las acciones colectivas o de clase, porque es un desarrollo nuevo en el derecho argentino y cada vez se reconoce con mayor fuerza – tanto en la Ley de Defensa del Consumidor como en la jurisprudencia- la facultad de las asociaciones de consumidores para iniciar este tipo de acciones y los bancos -aunque no solo ellos- fueron algunas de las empresas demandadas, pero no creo que esto afecte notablemente su situación económica o financiera, ni que origine una retracción a la financiación del consumo. Es un elemento nuevo en los litigios que pueden afectar a los bancos; en gran parte de estos reclamos se llegan a acuerdos para ambas partes, pero no complican mayormente desde el punto de vista económico o financiero operativo a los bancos.

 

Quizás, en algunos casos, haya prácticas que deban corregirse y sobre las cuales se ha puesto la lupa, pero yo no veo esta situación como un tema crítico que vaya a golpear a los bancos desde un punto de vista significativo, muchos  de estos reclamos se van a ir arreglando mediante acuerdos transaccionales, como ya ha pasado en otras áreas como compañías de seguros, tarjetas de crédito, o cuestiones ambientales.

 

-¿Qué opina respecto al 5% que deberán prestar a empresas para fomentar la inversión, según anunció la Presidenta hace unos días?

 

-No noté una preocupación muy significativa por este tema, obviamente que todo avance en pos de direccionar o interferir en la política de créditos de los bancos, naturalmente es resistida. Cuando uno tiene un negocio privado bancario o lo que sea no gusta que se direccione o se diga cuánto tiene que prestar y a quién. Los bancos si no prestan plata no ganan, pensar que no quieren prestar conspira contra el propio negocio bancario, lo que pasa es que quieren tener la posibilidad de decidir a quién prestarle y en qué condiciones.

 

Pero, por la envergadura de este tipo de límite, no he visto una preocupación exagerada por el tema, pero es claro que toda política que tienda a direccionar el crédito o fijarle condiciones es vista con recelo como ocurre en todo negocio cuando se le ponen ciertas condiciones, son interferencias que afectan el desarrollo del mercado.

 

La preocupación de los bancos, creo, es más general sobre la economía del país y cómo este año va a terminar funcionando en términos del crecimiento del producto bruto y de la actividad económica. Hay señales de preocupación como la inflación ya que ésta hace que suban sus costos, entre otros.

 

-¿Considera necesaria una reforma a la ley de Entidades Financieras?

 

-No considero necesario hacer reformas, algunos de los proyectos planteados a mi criterio eran desfavorables. Es posible que en algún tema sea necesario alguna corrección de detalle pero, de acuerdo a como está planteada la norma actual y la legislación bancaria sumada a la normativa que dicta el Central paso a paso, creo que está en general bien regulado y no necesita ningún cambio drástico o integral. Alguna reforma desafortunada podría afectar a este sector que es parte de la solución para poder dar mayor desarrollo al país.

 

-¿Qué condiciones deben darse para que haya créditos hipotecarios en el país?

 

Cuando los bancos tienen que dar un crédito hipotecario a 10 años o 30 años, realmente les resulta muy difícil otorgarlo en pesos sin cláusulas de indexación o ajuste. Países como Chile, por ejemplo, tienen desarrollado un mecanismo indexatorio, que es la UF (unidad de fomento). Debe haber una moneda estable o un mecanismo de corrección monetaria que permita el endeudamiento a largo plazo en moneda local.

 

El deterioro del poder adquisitivo de la moneda, en economías con alta inflación, hace difícil que se desarrolle un mercado hipotecario a largo plazo si no hay una unidad de medida que se pueda mantener constante en el tiempo o alguna tasa de interés que pueda servir al  efecto. Antes del 2002 existió el crédito en dólares, lo que hoy no es factible, primero porque los bancos no tienen dólares para prestar y, además, en el actual marco cambiario, nadie los tomaría.

 

Los créditos hipotecarios que hay son en gran parte de bancos públicos. En la medida que la moneda argentina tenga una mayor estabilidad, que no haya inflación o que ésta sea más baja, como sucedió hace algunos años -entre 2003 y 2006-, puede recuperarse el crédito hipotecario a largo plazo. Con una inflación como la actual – aunque no se sabe bien cuál es- es muy difícil hacer posible el crédito a 10 o 30 años.

 

También hay, sin duda, una cuestión cultural, el argentino prefiere ahorrar y comprar en forma directa antes que enfrentarse a la incertidumbre que se puede presentar el horizonte frente a un crédito hipotecario a 30 años, por ejemplo.

 

 

Pérez Alati, Grondona, Benites & Arntsen
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